El Zambo Salvito

En lo alto de las colinas paceñas, donde el viento sopla historias olvidadas, la figura del Zambo Salvito aún vive en los recuerdos de los vecinos de Santa Rosa Cinco Dedos. Su historia es una mezcla de terror, venganza y admiración, y aunque pasaron 136 años desde su muerte, su leyenda sigue tan viva como la necesidad de contarla. Hoy, la comunidad quiere recuperar ese pasado con un proyecto turístico-cultural que busca revitalizar su antigua guarida y convertirla en un espacio histórico para La Paz.
Salvador Sea, más conocido como el Zambo Salvito, fue un niño de origen africano que, tras ver cómo su padre era asesinado a latigazos por un capataz en Chicaloma, escapó junto a su madre a la ciudad. Criado entre la pobreza, el resentimiento y la marginalidad, encontró en el robo una forma de sobrevivir. A los 15 años cometió su primer asesinato y con el tiempo se convirtió en el ladrón más temido y al mismo tiempo en un símbolo de rebeldía para los oprimidos.
Durante años, su banda aterrorizó a quienes transitaban por el camino a los Yungas, robando, asesinando y sembrando el pánico en la región. Sin embargo, solo atacaba a blancos y mestizos, ganándose así el respeto y la protección de indígenas y afrodescendientes, quienes lo veían como un vengador de su pueblo. De ahí nació el mito: un criminal temido por unos, pero admirado por otros como un justiciero.
En 1992, su historia fue recuperada gracias a un museo municipal instalado en lo que fue su guarida, cerca de la avenida Periférica, con una impresionante vista de la ciudad. Cristal Ostermann, reconocida artista boliviana, incluso creó una estatua en su honor. Pero la falta de mantenimiento y abandono hicieron que el lugar se deteriorara. El museo cerró y el espacio se convirtió en un refugio de antisociales.
Ahora, los vecinos quieren darle una nueva vida al sitio. Su propuesta incluye la reconstrucción del museo, la creación de un mirador turístico y la adecuación de toda la zona. Según autoridades de la Alcaldía de La Paz, el proyecto es viable, pero requiere financiamiento y diseño final. “Es una idea que viene trabajándose hace años, pero falta estructurarla bien”, explicó Walter Gómez, Oficial Mayor de Culturas.
La historia del Zambo Salvito no solo es una leyenda urbana; es parte del ADN paceño. Su vida, marcada por la tragedia, el crimen y la rebeldía, merece ser contada con profundidad, no para glorificar la violencia, sino para entender cómo la injusticia social puede crear monstruos... o héroes, según quién la cuente.
Mientras tanto, la cueva de Cinco Dedos sigue esperando. Tal vez no para esconder ladrones, sino para rescatar un pedazo de la historia que, con el tiempo, podría convertirse en uno de los atractivos turísticos más intrigantes de La Paz. Porque aunque el Zambo Salvito murió fusilado, su leyenda —como las mejores— sigue viva en cada rincón de los Andes paceños.
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