Poesía Al Maestro

imagenes poemas al maestro boliviano

Descubre una selección de hermosos poemas para el Día del Maestro, ideales para expresar agradecimiento y admiración. Estos poemas celebran la dedicación y el impacto positivo de los maestros en la vida de sus estudiantes. Perfectos para compartir en tarjetas, discursos o celebraciones escolares, nuestros poemas destacan el valor de la educación y el esfuerzo incansable de los educadores. Explora versos conmovedores que capturan la esencia de la enseñanza y el aprecio hacia quienes moldean el futuro. Encuentra el poema perfecto para honrar a tu maestro en su día especial.

Índice
  1. A la Maestra
  2. Una niña a su Maestra (J. de Charras)
  3. A un Maestro (L. de Pozo)
  4. El Maestro (A. Peñaranda B.)
  5. El Maestro rural (Elvira de Leaño)

A la Maestra

Bendita señora, sublime maestra,
la tarde ha llegado también para vos,
la tarde que dice: descanso, la hora
de dar a los niños el último adiós.

Pasando los días, pasando los años,
seremos felices, geniales tal vez;
más nunca los hechos más grandes, extraños,
marchitan del todo la eterna niñez.

Y allá donde quieran la ley del ambiente
nimbar nuestras vidas, clavar nuestra cruz
la escuela ha de alzarse fantásticamente
cual una suntuosa, gran torre de luz.

No gima, no llore, santa maestra,
no todo el mundo del todo se va.
Usted será siempre la brújula nuestra,
la sola, querida, segunda mamá.

 

Una niña a su Maestra (J. de Charras)

Tú fuiste en la noche de la infancia
quién cultivó mi mente que dormía,
sin comprender su fuerza y lozanía
a la sombra fatal de la ignorancia.

Con tus nobles desvelos y constancia
la negra sombra se ha truncado un día,
y a su luz bendecida, que me guía,
yo del saber aspiro la fragancia.

Mis labios, ¡oh maestra!, a toda hora
repiten llenos de fervor sincero
el nombre de mi buena bienhechora.

Si alguna vez, del mundo en el sendero,
me ataca la siempre tentadora
llevo el ejemplo de tu honor austero.

 

A un Maestro (L. de Pozo)

No tengo flores con que formarte
un ramillete de grato olor;
más tengo aromas a ti más gratos
porque brotan del corazón.

Me falta el arte con que ofrecerte
sonoros versos bella expresión;
y en cambio de ellos te ofrezco amante
tiernos afectos del corazón.

En este día de tanto júbilo
al rey del cielo quiero rogar,
que te conceda tras esta vida
el paraíso para gozar.

 

El Maestro (A. Peñaranda B.)

Señalas el camino
que debemos seguir.
Te sigue el peregrino,
buscando el porvenir.

Entregan en tus manos
el alma de Bolivia
por eso te veneramos
con santa alegría.

 

El Maestro rural (Elvira de Leaño)

En el intervalo de la ardua tarea,
el maestro apacigua su pensar inquieto;
mientras que los pinos gigantes
con aire de monjes de largos cabellos,
como centinelas, silenciosamente,
vigilan el predio…
guardando sus ramas
los nidos de amor…

Los sauces llorones, son otra amalgama
que acuesta sus ramas, a los ritmos jadeantes
del río, quejoso de tanto caudal…
y las “cortaderas”, de erectos penachos,
parecen soldados, solemnes y mudos,
rindiendo su espada a la tricolor
que arriba en el mástil, sus pliegues ondean,
con rumor de costa y espuma de mar.

¡Observa a los niños lavarse la cara
con agua salada de la “copajira”!
Sacudir la ojota del polvo repleta.
¡Aliñar la ropa de remiendos hecha!...
Y rumbo a la escuela
Salvando las breñas, tortuosos senderos
de azul manantial !...

Vibra la campana y a su tintineo,
se agrupan los niños de cutis moreno,
en cuyas arterias palpita el derecho
de cetro imperial.  Y se oye un murmullo
¡Yo no será flojo! ¡Yo nunca mendaz!
¡A nadie en mi vida voy a despojar!

El maestro se postra de hinojos
y besando la tierra, salmodia la misma oración.

Si quieres conocer otros artículos de Poesía Al Maestro puedes visitar la categoría Poesías.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Tu puntuación: Útil

Subir