Leyenda del río Desaguadero

Hace mucho tiempo, en la antigua y poderosa ciudad de Tiwanaku, sus habitantes vivían rodeados de riquezas, sin preocupaciones ni problemas. Todo era abundante, y su única meta era divertirse. Pasaban sus días celebrando sin parar y sin importarles si sus acciones eran correctas o no. Con el tiempo, su corazón, antes bueno y solidario, se volvió egoísta y frío.

Desde lo alto del cielo, el dios creador Pachacamaj observaba con tristeza cómo los hombres habían olvidado los valores y el respeto por lo sagrado. A su lado, el dios Kjunu, que representa el caos y la destrucción, también miraba la situación, pero con otras intenciones. Mientras Pachacamaj pensaba en enseñarles una lección para que volvieran al buen camino, Kjunu prefería castigarlos de forma dura, usando el poder de la naturaleza.

Ambos dioses hicieron un trato: si Pachacamaj lograba cambiar el corazón de los humanos, Kjunu aceptaría retirarse y no causar más desastres. Pero si fracasaba, Kjunu desataría la oscuridad sobre la humanidad, y la energía creativa de Pachacamaj se perdería para siempre en las aguas de un lago salado.

Pachacamaj bajó a la ciudad de Tiwanaku con forma humana, esperando que lo escucharan. Al principio, lo recibieron con alegría, pero solo para seguir con sus fiestas, aún más intensas que antes, incluso en los templos. Cuando intentó hablarles sobre el respeto, la sabiduría y los dioses, nadie le prestó atención.

Entonces, Pachacamaj utilizó un poco de su poder para enviar señales de advertencia: fenómenos extraños comenzaron a ocurrir en medio de las celebraciones. Pero en lugar de escuchar, los habitantes se molestaron. Lo acusaron de ser el culpable del desastre y, enfurecidos, lo ataron a una pequeña balsa de totora y lo echaron al lago Titicaca.

La balsa flotó durante mucho tiempo hasta que, al llegar a la parte sur del lago, ocurrió algo increíble: las rocas se abrieron, y las aguas empezaron a avanzar por un nuevo camino. La balsa y el agua siguieron su curso formando el actual río Desaguadero, cruzando el altiplano y llegando finalmente al lago Poopó.

Pachacamaj no logró cambiar a los hombres, y Kjunu, al ver esto, desató su furia. Lluvias fuertes y desbordes del lago Titicaca destruyeron completamente la ciudad. Muchos años después, cuando las aguas retrocedieron, solo quedaron ruinas, tierra seca y un gran silencio donde antes había una ciudad llena de vida.

Así nació la leyenda del río Desaguadero, un recuerdo de cómo la arrogancia y la falta de respeto por los dioses pueden llevar a la destrucción.

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