Leyenda del volcán Tunupa

Hace mucho, muchísimo tiempo, los volcanes del altiplano no eran como los conocemos hoy. Ellos podían caminar, moverse de un lugar a otro, hablar entre sí y encontrarse para tener largas charlas. En esa región alta y seca, donde no crecen muchos árboles y el aire es frío, vivía la única volcán mujer: la poderosa y hermosa Tunupa.

Todos los demás volcanes se sentían atraídos por Tunupa. Cada uno quería estar cerca de ella y ganarse su cariño. Con el paso del tiempo, Tunupa quedó embarazada y dio a luz a un pequeño volcán. Sin embargo, nadie sabía quién era el verdadero padre, y eso provocó una gran discusión.

Los volcanes, celosos y enojados, comenzaron a pelearse. Durante la noche, tomaron al bebé de Tunupa y lo escondieron en un lugar lejano llamado Colchani, para que nadie pudiera saber quién era su padre.

Los dioses, al ver tanta injusticia, se enfurecieron. Como castigo, hicieron que los volcanes ya no pudieran moverse ni hablar nunca más. Desde entonces, todos los volcanes quedaron inmóviles, en especial Tunupa, que no podía buscar a su hijo ni decir una sola palabra.

Llena de dolor, Tunupa empezó a llorar. Sus lágrimas y su leche materna se derramaron sobre la tierra seca. Con el tiempo, ese líquido blanco cubrió todo el terreno, creando un lugar increíble: el Salar de Uyuni, también llamado el gran desierto de sal.

Desde lo alto, Tunupa sigue mirando el horizonte, esperando algún día reencontrarse con su querido hijo, el pequeño volcán escondido en Colchani.

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